Artículo de opinión de José Luis Bonet, presidente de la Cámara de España, en el diario Expansión 

Madrid, 26/10/15. La Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP en sus siglas en inglés) es el acuerdo económico más ambicioso que han negociado hasta ahora tanto Estados Unidos como la UE. Lo que ocurra entre dos mercados que representan más del 40% del PIB mundial, casi un tercio del comercio internacional de bienes y servicios y 800 millones de consumidores, es muy relevante tanto para sus empresas y ciudadanos como para los del resto del mundo.

El acuerdo pretende reducir las barreras existentes al comercio y la inversión a través de tres vías: facilitar el acceso al mercado, armonizar la legislación y crear nuevas normas que agilicen y hagan sostenible el comercio global. Actualmente, los mayores obstáculos al comercio internacional son las barreras no arancelarias, entre las que se incluyen la disparidad de estándares de calidad y las discrepancias legales y regulatorias entre países, y es precisamente en esos aspectos en los que se centra la negociación del TTIP.

Crear un espacio abierto de comercio e inversiones ofrecerá grandes oportunidades de negocio a las empresas europeas y españolas. Y lo que es más importante, no solo a las grandes, sino también a las pymes que son las que más sufren las barreras regulatorias para acceder a los mercados de la otra parte.

Según un informe de la Comisión Europea, de las 633.000 pymes exportadoras de la UE, 150.000 tienen relaciones comerciales con Estados Unidos y suponen el 28% de las exportaciones  comunitarias a ese país, con un volumen de negocio de 80.000 millones de euros. En el caso español, son 15.500 las pymes que exportan a Estados Unidos por un valor de 3.000 millones de euros, que representan el 35% del total.

Un acuerdo ambicioso mitigaría las dificultades con las que se encuentran las pymes cuando intentan entrar en el mercado estadounidense y que, según el estudio de la Comisión, se resumen en: el acceso a la información sobre cuál es la reglamentación que se aplica a su producto; el hecho de estar jurídicamente excluidas del mercado, como ocurre en muchos ámbitos de la contratación pública; el cumplimiento de la normativa aduanera, que puede llegar a ser muy costoso y actuar como una barrera comercial de facto, y las distintas normativas de los diferentes Estados de EEUU.

Un reciente estudio presentado por el Instituto de Estudios Económicos, financiado por la CEOE y la Cámara de Comercio de España, pone de manifiesto que el TTIP facilitaría de manera importante el acceso al mercado estadounidense a las empresas españolas, lo que elevaría sus exportaciones, producción y empleo. La puesta en marcha del acuerdo se traduciría en un incremento del PIB español de hasta un 0,36% adicional anual entre el primer y el tercer año posteriores a su entrada en vigor y un 0,74% adicional anual entre los 3 y los 5 años siguientes. En los cinco primeros años de vigencia, el TTIP contribuiría a la creación de casi 335.000 empleos.

El estudio aborda también el análisis de qué sectores serían los más beneficiados y concluye que minería, alimentación, textil, seguros y otras manufacturas experimentarían los mayores incrementos de producción como consecuencia del tratado.

El sector del automóvil, del que España es el segundo productor de Europa, solo por detrás de Alemania, se vería especialmente favorecido. Al existir estándares únicos de homologación de coches, la entrada en el mercado estadounidense sería mucho más fácil para los vehículos españoles. El segundo sector español que resultaría particularmente beneficiado sería el agroalimentario, especialmente el aceite de oliva y el vino Estos datos se unen a los aportados por otro estudio, elaborado por la Fundación Bertelsmann, según el cual si se alcanzara un acuerdo amplio, España sería el tercer país de la eurozona que más se beneficiaría en términos de aumento de la renta per cápita.

La muy reciente conclusión de las negociaciones de la Asociación Transpacífica (TPP) entre Estados Unidos y once países del Pacífico es, además, una razón de peso para acelerar el proceso negociador del TTIP. Cuando este acuerdo entre en vigor, tras superar las ratificaciones necesarias en todos sus países miembros, las empresas europeas y españolas se encontrarán en condiciones de acceso al mercado norteamericano menos favorables que las de los países signatarios. La conclusión del acuerdo TTIP permitirá reequilibrar esas condiciones de acceso y competencia para nuestras empresas, así como dejar claro que la alianza atlántica es una opción económica y geoestratégica clave para Europa.

En resumen, son muchas las evidencias de que el TTIP redundará en un impulso a nuestro crecimiento económico, a la creación de empleo y al bienestar de nuestros ciudadanos que no podemos desaprovechar.