Madrid, 29/6/15. El riesgo ante la falta de acuerdo en las negociaciones entre Grecia, por un lado, y la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, por otro, supone una mala noticia tanto para la propia ciudadanía griega como para el conjunto de la Unión Europea. Para la Cámara de Comercio de España, en estos momentos es preciso no olvidar que la certidumbre y la previsibilidad económica, especialmente en materia monetaria, es condición necesaria para el progreso económico y social.
No obstante, aún queda tiempo hasta las 24:00h del martes 30 de junio para llegar a un entendimiento que preserve los derechos propios de la pertenencia al proyecto comunitario, pero sin olvidar las obligaciones que todo Estado miembro debe asumir, y sin decisiones unilaterales que quiebren definitivamente el diálogo.

En el caso español, el contagio potencial ante una falta de acuerdo sería limitado, dada la actual fortaleza de nuestros fundamentos macroeconómicos. No en vano, el ritmo de crecimiento de la economía española es el mayor de la zona euro, con unas reformas estructurales que han permitido un reequilibrio de la posición exterior, un déficit público ordenado y en retroceso, y un sector financiero profundamente reestructurado.

Además, según la Cámara de Comercio de España, el tejido empresarial y bancario español no mantiene fuertes vínculos con la economía griega, de ahí que el riesgo asociado a la exposición a episodios de inseguridad e incertidumbre sea limitado.

26.000 millones de euros, la aportación española
La amenaza principal provendría de la proporción no provisionada o reembolsada de los 26.000 millones de euros aportados como participación española al fondo de rescate del país heleno.

Ante este posible revés, desde la Cámara de Comercio de España se insta asimismo a la zona euro al arbitraje de medidas con rapidez y firmeza para minimizar el efecto de los acontecimientos, especialmente en lo referente al incremento de la prima de riesgo de los países periféricos, como el nuestro, y a la pérdida de credibilidad en la propia moneda única.
En última instancia, tanto España en su conjunto, como las empresas españolas, en particular, deben afrontar el posible periodo de inestabilidad con tranquilidad y confianza en la fortaleza de nuestra posición internacional y en la capacidad de los mecanismos institucionales de la propia Unión Europea.